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El Portal de Santa Madrona.

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                          Portal de Santa Madrona entre Cal Manco y el convento de Santa Mónica. Años treinta. 

                                                                  Opisso, 1927:  Portal de Santa Madrona. 

                          Años treinta.   Portal de Santa Madrona una vez derribado el cuartel de Atarazanas. 


Arribarían al puerto de Barcelona  barcos de  otros países repletos de marineros como hoy llegan los aviones al aeropuerto del Prat llenos de los nietos de esos marineros.  Y en ambos casos, en una línea que no ha quebrado  el paso de las generaciones, en busca de sexo, alcohol y otras drogas baratas. 

Sería el Portal de Santa Madrona su particular línea de playa, erizada de  tanguistas que no les bailarían el hula hula  pero que no tendrían el menor inconveniente en restregar con ellos  su almeja  mientras hubiera dinero para pagar la fiesta.   Los más instruidos se permitirían un espectáculo de flamenco  en el caso de que las bailaoras al terminar la música  manifestaran su amabilidad acostándose con el marinero.  En las tabernas  de la zona coincidirían  con los obreros del puerto,  los dependientes de las tiendas del Eixample  y los reclutas del cuartel de Atarazanas en un particular melting pot que se comunicaría  a través de  golpes y  risas de beodo.

Desde el Portal de Santa Madrona se adentrarían en el Barrio Chino y alguno recalaría en los locales de la calle del Cid y Perecamps para petarle el culo a un muchachito vestido de mujer. Era el turismo de la época y el barrio chino el mayor reclamo de la ciudad. 


En 1933, unas maniobras de la marina de guerra francesa  con base en Toulon  depositan  4.000 marinos en  Barcelona que,   al igual que veinte años más tarde hará la VI Flota de los Estados Unidos, invaden los barrios bajos de la ciudad. 

Un reportaje de  Bartrina en la revista Mirador  nos ofrece unas fotografías de los marinos franceses  confraternizando con las chicas de un local de Portal de Santa Madrona del que no da el nombre. Puede ser el Gambrinus, Las Leandras, el Red Lion, en todos ellos había baile con tanguistas (fotos Torrents y Barnapress). 






De aquel Portal de Santa Madrona no queda ya nada salvo los edificios de valor histórico que  ha conservado la ciudad: el convento  de Santa Mónica y las Reales Atarazanas.  Todo el resto desapareció.  Las bombas franquistas, la apertura de la avenida Atarazanas al centro del distrito V y la expropiación de  edificios para construir el rascacielos de Atarazanas y  varias sedes  de la administración pública,  arrasaron con todo lo que era anterior a los años cuarenta.     Cayó el cuartel de Atarazanas por la acción de la piqueta en 1935 y al desaparecer una de las principales fuentes de ingreso de los bares de la calle se fue despoblando la misma.  Las bombas y los planes urbanísticos  buscando  mejorar las condiciones de salubridad del barrio hicieron el resto.

Recordemos hasta donde sabemos, que no es demasiado,  cuales  eran los locales de la calle. 

El Portal de Santa Madrona,  ocioso es decir lo que todos conocen  pero de algún modo  hay que empezar,  comunicaba la Rambla de Santa Mónica con el Paralelo. Era una avenida ancha y recta en la parte que comunicaba con las Ramblas y se incurvaba en forma de hoz al llegar a lo que ahora es el Museo Marítimo. Por el lado que daba al puerto  cubría toda la calle  el cuartel de Atarazanas,  derribado en 1935, y la Reales Atarazanas que ahora albergan el Museo Marítimo.   Ya queda  dicho y  nos olvidamos  de esta acera.  La otra acera tenía tres partes diferenciadas.  
En la  más cercana a las Ramblas, cabe el convento de Santa Mónica y hasta llegar a la calle Montserrat, estaba  el mercado de libros de ocasión.  Alguna visita recibiría de las gentes del mar  ya que en  no pocas  paradas y con la discreción que requería  el manejo  de una industria ilegal, se vendían ilustraciones pornográficas. 





Desde la calle Montserrat y hasta la desembocadura de la calle de la Mina se extendía la acera del Portal de Santa Madrona que buscaban los marineros.  En la mayoría de edificios, la fachada que daba a la calle era de dos plantas,  y el resto del edificio  con otras tres plantas quedaba retirado de la  fachada permitiendo un terrado.

Haciendo esquina con la calle de Montserrat, en el número 6 de la calle estaba el Antic Gambrinus. Gambrinus ha sido un nombre que han usado varios locales de Barcelona.  Lo que empezó  siendo una  referencia a la cerveza que se expendía en los locales con dicho nombre, Gambrinus es el dios de la cerveza germánico, en  los años sesenta del pasado siglo pasó a ser el nombre de un local de travestis de la calle Guardia,  para terminar dando  nombre a aquella  cosa que puso Mariscal en el Paseo de Colón. 




En el Portal de Santa Madrona no solo se vendió cerveza, también se fabricó.  Una de las fábricas  fue la de Moritz,  en el número 28, allí  donde la calle gira  siguiendo la línea de la muralla de Atarazanas y va al encuentro del Paralelo.  Es el mismo  Moritz que más tarde saltará a la Ronda San Antonio.    

El Antic Gambrinus con los años pasaría de ser una cervecería a un dancing dedicado a lo mismo  que la mayoría de los establecimientos de ocio de la calle, sacarle el dinero a los transeúntes proporcionando   sexo mercenario.  La última noticia que conozco del Antic Gambrinus atañe a un miliciano  que en abril de 1937, procedente del frente,  entra en el local  en estado de embriaguez. Sus compañeros intentan desarmarle con tan mala fortuna que el miliciano, molesto, lanza una bomba de mano en el local.  Resultaron heridas siete personas a las que hubo que atender en el dispensario de la calle de Barbará. Dos de ellos, heridos de gravedad pasaron al Hospital Clínico.

                                                                 Esquella de la Torratxa 1932

 En el mismo edificio, en las plantas superiores se encontraba el afamado meuble  Mont d’Or, sucursal del meuble Verdura de la calle Barbara. 

                                                                       Papitu 1935

En el número 6 estaba también la vivienda de uno de los hombres ilustres del barrio chino,  José Marquez Soria, mucho más conocido como Pepe el de la Criolla. Encargado que fue del local de la calle del Cid hasta que en 1936 decide instalarse por su cuenta y abre una sala de espectáculos  en la calle de las Tapias que bautizará  como Barcelona de Noche. En abril de 1936 al regresar a su domicilio tras el cierre de la sala de fiestas es tiroteado en la entrada del edificio y muere.  Nunca se supo quien disparó y que cuenta se saldaba con la muerte. A los pocos días del asesinato, el juzgado que lleva el sumario por la muerte de los hermanos Badia, ya saben, el capitán Collons,  cita a declarar a personas que podrían estar relacionadas con la muerte de Pepe el de la Criolla, lo que desde entonces  ha dado pie para relacionar ambas muertes. Pepe el de La Criolla, para los amantes de las hipótesis del tipo cherchez la femme,  habría sido confidente de la policía de la Generalitat y habría proporcionado información sobre algunas cupletistas relacionadas con el entorno de los hermanos Badia. O no.  A saber. 

                              Portal de Santa Matrona 6-8 tras cuya puerta fue muerto Pepe el de La Criolla. Cronica, mayo 1936

                                     Orificios de bala en la puerta de la casa de Pepe el de La Criolla. Crónica 1936


El número 8 albergaba la acreditada tienda de gomas La Alemana. Venta al detall y por gruesas. También los había lavables. Sería que la industria del preservativo adelantándose a la época ya estaba en lo del reciclado.





Número 10.  Bar Las Leandras. Dancing,  Taxi girls. El paraíso del marinero o algo así. Uno de tantos lugares donde convergen los pistoleros de la FAI con las prostitutas del chino.

                                                               La Publicidad. Abril de 1934


Antes de llegar a la calle Mediodia, los Encantes del Barrio Chino,  una tienda de zapatos en el número 14, aparecen en la historia por haber muerto Ascaso  a su puerta durante el asedio de los anarquistas al cuartel de Atarazanas en las jornadas de julio de 1936.

                                                           Perez de Rozas. ANC.  


                                      Perez de Rozas. ANC. Milicianos franceses homenajeando a Ascaso.

En el mismo número 14 y haciendo esquina con la calle Mediodia, el Red Lion, antes Bar Mundial. Con habitaciones en el piso superior. 

                                                                         Red Lion

                                                                                 


                                                                  Red Lion. La Campana de Gracia 1934


                                                                                       Bar Mundial


Pasada la calle del Mediodía y entre esta calle y la de Perecamps, hay dos locales que han tenido su importancia en el barrio chino. El bar del Manquet  y Cal Manco,  en los números 18 y 22.  Uno es un bar donde hay quien dice, Sebastia Gasch en particular, que  se oye el mejor flamenco de la ciudad.  En cal Manquet, Gasch descubrió a una Carmen Amaya que entonces no levantaba  dos palmos del suelo y  visita el establecimiento con frecuencia.  Cuando Vicente Escudero está en Barcelona, Gasch lo arrastra cada día al bar del Manquet;  el otro  establecimiento es uno de los prostíbulos más visitados de la ciudad.   Rafael Salva, el  Manquet,  dueño de ambos,  gran amante del teatro y lector impenitente de las novelas de Baroja,  rivaliza en el boato de su reservado  con  el equivalente que se encuentra en  La Criolla.   Y si en La Criolla, son invitados los intelectuales a departir con los travestis, en el otro nunca faltan en el reservado los amantes del flamenco que son muchos entre la intelectualidad barcelonesa. Era Manquet, amante del teatro y de las novelas de Baroja

                                                  Carmen Amaya y su padre en el bar del Manquet. 1932

                                                                                                 Cal Manco. 



 J.E. Bartrina escribe una gran historia  contando la vida y costumbres de los hombres que descargan el carbón en el puerto de Barcelona. Le impresiona uno de ellos, un jefe de cuadrilla al que dirige su atención. Bragado, sin miedo, que un día tuvo que atravesar a nado y vestido la escollera hasta el Morrot por haber pinchado a uno que lo importunaba. Ese hombre, una vez al año reunía a toda su gente en el bar del Manquet y les invitaba “con desprendimiento de protector”.

                             Portal de Santa Madrona, esquina con Peracamps. Revista Crónica, junio de 1935.




          Revista Crónica. Junio de 1935. Calle Peracamps. Al fondo, La Criolla.  





A partir de la calle Perecamps,  aparecen las fábricas. Ya hemos hablado de la fábrica de cerveza de Moritz.  Hay otras, fabricación de terciopelos, desperdicios de algodón,   confetis, construcción de maquinaria, etc.




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